8 de Marzo, un día en la vida de una mujer sonriente.
8 de marzo de 2022 2022-03-06 23:588 de Marzo, un día en la vida de una mujer sonriente.
8 de Marzo, un día en la vida de una mujer sonriente.
Origen del día de la mujer
El ocho de marzo de 1857, en plena revolución industrial miles de trabajadoras textiles decidieron salir a las calles de Nueva York, El detonante fue el incendio de una fábrica de camisas donde trabajaban que ocasionó la muerte de 146 personas.
Con el lema “Pan y rosas” protestaron por las míseras condiciones en las que trabajaban y para pedir el fin del trabajo Infantil. Curiosamente el Día de la Mujer trabajadora, también conocido internacionalmente como el día de La mujer y la paz se empezó a celebrar oficialmente en Estados Unidos en el año 1994.
En Europa mujeres como Clara Zetkin Y Rosa Luxemburgo empezaron a raíz de una cumbre en Copenhague a celebrar mítines que se extendieron por Alemania, Austria; Dinamarca, Suiza. Las mujeres se alzaron para protestar contra la primera Guerra Mundial. En Rusia se empezó a celebrar después de la Revolución Comunista de 1917.
¿Y España?
En España este día se celebró por primera vez en 1936. Mientras, mujeres como “Las Sin Sombrero” (bautizadas así en el 2015) en la década de 1920 se atrevieron a quitarse el sombrero en plena Puerta del Sol, con este gesto destaparon sus ganas de pensar por sí mismas.
Nos vistieron de Color Morado por ser el color que en 1908 utilizaron las Sufragistas Inglesas.
Desde entonces se dice que celebramos el día de la mujer trabajadora el 8 de Marzo.
Yo he celebrado ese día con mi madre en cada uno de sus días que trabajaba como farmacéutica, a la misma vez en casa y cuidando de su familia.
La primera vez que fui consciente del ocho de marzo yo acababa de empezar a trabajar con una beca de investigación predoctoral. Los sindicatos se organizaron para que cada mujer recibiese una rosa ese día, pero yo como becaria no tenía derecho a vacaciones, ni cotizaba en la seguridad social y cuando me enviaron al destino como corresponsable de un proyecto tuve que firmar una cláusula adicional donde se reflejaba que si me quedaba embarazada perdería mi puesto de trabajo.
Años más tarde trabajé como directora de una sucursal bancaria hasta que descubrí que la brecha salarial era de un 23% inferior para la mayoría de las mujeres que ocupaban puestos similares y también te preguntaban por tu situación sentimental y tus planes de maternidad, cosa que no ocurría con mis compañeros.
¿Es tiempo de celebrar?
Yo creo que es tiempo de seguir trabajando, todavía se sigue hablando de igualdad de género, si la hubiera no se hablaría.
En una ocasión un hombre me dijo que yo tenía un problema, le pregunté qué cual y me dijo:
—Es que usted es mujer,
—¿Y? Para mí eso no es ningún problema, al contrario, me siento orgullosa de serlo.
—Es que usted es mujer, pero haciendo negocios es igual o más dura que un hombre.
En fin, así están las cosas. Vamos avanzando por el bosque pero queda mucho camino por hacer. Lo que si me he encontrado en los trabajos que he tenido, son mujeres en puestos de mando adoptando patrones masculinos, lo que incluía dureza en el lenguaje, ademanes, agresividad, competitividad… el problema es que esa careta a nivel energético consume mucha energía y creo que no nos hace falta. Soy feminista, quiero igualdad de derechos de la mujer y el hombre, pero quiero a los hombres que hay en mi vida, no quiero discriminación positiva por ser mujer, ni que si hay diez puestos, 5 se reserven a la mujer, quiero competencia justa y que esos puestos los ocupen las personas más capacitadas que pueden ser 8 hombres y 2 mujeres o 10 mujeres.
El título de este artículo se debe a un relato, este relato de Margaret Drabble se publicó en la revista Cosmopolitan en octubre de 1977.
Trata de una mujer de treinta y tantos años que en cierto sentido era muy famosa pues se dedicaba a entrevistar a personajes influyentes en diferentes medios informativos.
Así es como acaba el relato:
Lo cierto es que mientras estaba en el estrado, sonriendo, hablando tan alegremente del futuro de las mujeres, la sangre le goteaba y le resbalaba por el muslo…”Gracias a Dios—se dijo, mientras hablaba de otras cosas—,que me he puesto un vestido largo y botas y no se ve.”
Se pasó veinte minutos hablando y sangrando.
Al echar la vista atrás, recordaría ese día como una broma y una victoria, pero a costa de quién, y sobre quien no sabría decirlo.
Soy mujer
Creo que muchos de los relatos de las mujeres de hoy en día podrían comenzar así. ¿Tenemos que desangrarnos y dejarnos la piel para reivindicar nuestra lucha, nuestro trabajo, nuestra existencia? ¿Tenemos que comportarnos como hombres cuando no lo somos?
Decía Louise Otto-Peters que:
La historia de todos los tiempos y especialmente de hoy, enseña que las mujeres serán olvidadas si se olvidan de pensar en sí mismas.
Soy mujer.
Y un entrañable calor me abriga
Cuando el mundo me golpea.
Es el calor de otras mujeres,
De aquellas que hicieron de la vida
Este rincón sensible, luchador,
de piel suave y corazón guerrero.
Alejandra Pizarnik.